Es realmente increíble observar cómo la derecha española se ha instalado en el miedo como forma de relacionarse con la sociedad. ¿Porqué será que viven siempre tan acojonados...? Alguien en Catalunya quema una fotocopia y España se rompe, el Gobierno firma cualquier convenio con Marruecos y ya ven a los moros desfilar por Ceuta en sus tanques, recuperados de la derrota histórica de Perejil, que se les debió doler más que la de Lepanto, por lo que se lee y se escucha. Si se cambian de archivo unos documentos expoliados, se desmembra la nación.
El Lendakari convoca un referéndum (que no llega celebrarse) y ya están todos vociferando con que se quedan sin España. Y especulan con esotéricas conexiones islamico-etarras. Una señora en calcetines da una rueda de prensa donde les susurra que “tiene la impresión” de que se va a vender Navarra y ya están todos sin poder dormir. Si hasta les asusta que llamen a la selección "la roja", que en Catalunya se hable catalán, que en Galizia haya escuelas gallegas. Incluso algunos se alarmaban de que el Parlament de Catalunya hubiera aprobado una ley para que los maltratadores no heredaran.
Les amedrenta los jueces, que los alcaldes de Madrid no sean neonazis, los homosexuales que se casan, los maestros que enseñan educación para la ciudadanía, los gitanos, las ministras, los sindicalistas, las carnicerías musulmanas. Tienen un idioma de casi cuatrocientos millones de hablantes, pero se sienten amenazados por las subvenciones al catalán de la Generalitat de Baleares.
Tiemblan ante la escuela pública y laica, o porque que se cambien los crucifijos por tablas periódicas en las aulas, ante la escolarización en la tolerancia y la igualdad. Ante que el oscurantismo y la magia ya no sea asignatura obligatoria y en cambio sí lo sea el estudio de la evolución. Ante que sus hijos no arrastren sus mismas patologias ideológicas y que eso les ponga en evidencia. Ante los que no besamos el anillo a los obispos, los que no creemos en dioses ni en iglesias, los que no escuchamos voces en nuestra cabeza porque no sintonizamos la Cope. Y encima somos “chusma roja” porqué nos reímos de sus paranoias.
Miedo, en fin. Miedo al inmigrante, a los derechos de la minorías, que parecen desasosegarles, a los homosexuales adoptando, a los vascos hablando euskera, a los ciudadanos votando a la izquierda. Miedo a las opiniones contrarias, a los magistrados “traidores”, a las leyes contra el maltrato. Y sobretodo miedo ante la posibilidad de que los problemas puedan arreglarse sin ellos, a que tengan que pasar más años viendo como gobiernan los vencidos.
Indigentes ideológicos asustados ante la libertad. ¿Esa es la oposición que se merece su país? ¿Serán capaces de imaginarse cómo les recordará la historia? Vergüenza eterna para esa derecha y su miedo.
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