domingo, 11 de enero de 2009

Miedo

Versió en català: http://esperantelsbarbars.blogspot.com/

Es realmente increíble observar cómo la derecha española se ha instalado en el miedo como forma de relacionarse con la sociedad. ¿Porqué será que viven siempre tan acojonados...? Alguien en Catalunya quema una fotocopia y España se rompe, el Gobierno firma cualquier convenio con Marruecos y ya ven a los moros desfilar por Ceuta en sus tanques, recuperados de la derrota histórica de Perejil, que se les debió doler más que la de Lepanto, por lo que se lee y se escucha. Si se cambian de archivo unos documentos expoliados, se desmembra la nación.

El Lendakari convoca un referéndum (que no llega celebrarse) y ya están todos vociferando con que se quedan sin España. Y especulan con esotéricas conexiones islamico-etarras. Una señora en calcetines da una rueda de prensa donde les susurra que “tiene la impresión” de que se va a vender Navarra y ya están todos sin poder dormir. Si hasta les asusta que llamen a la selección "la roja", que en Catalunya se hable catalán, que en Galizia haya escuelas gallegas. Incluso algunos se alarmaban de que el Parlament de Catalunya hubiera aprobado una ley para que los maltratadores no heredaran.

Les amedrenta los jueces, que los alcaldes de Madrid no sean neonazis, los homosexuales que se casan, los maestros que enseñan educación para la ciudadanía, los gitanos, las ministras, los sindicalistas, las carnicerías musulmanas. Tienen un idioma de casi cuatrocientos millones de hablantes, pero se sienten amenazados por las subvenciones al catalán de la Generalitat de Baleares.

Les espanta Pilar Manjón, la cultura de Lorca y Picasso, los actores y cantantes desafectos, los votos que no van a sus partidarios, la investigación médica con células madre, que las mujeres decidan sobre su cuerpo, que se enseñen derechos humanos en la escuela, que haya lesbianas que se besen en la calle, que se ampare a quien decide dejar de sufrir. Y que no se les reverenciemos cuando pasan por nuestro lado, porque están convencidos que lo merecen.

Tiemblan ante la escuela pública y laica, o porque que se cambien los crucifijos por tablas periódicas en las aulas, ante la escolarización en la tolerancia y la igualdad. Ante que el oscurantismo y la magia ya no sea asignatura obligatoria y en cambio sí lo sea el estudio de la evolución. Ante que sus hijos no arrastren sus mismas patologias ideológicas y que eso les ponga en evidencia. Ante los que no besamos el anillo a los obispos, los que no creemos en dioses ni en iglesias, los que no escuchamos voces en nuestra cabeza porque no sintonizamos la Cope. Y encima somos “chusma roja” porqué nos reímos de sus paranoias.

Van todo el día con lo de “ZP entrega Navarra a Eta”, “En Cataluña se persigue el castellano”, “España se rompe”, El Psoe ha causado la crisis mundial” “los inmigrantes no se integran”, “no sabemos nada del 11-M”, “en la escuela se enseñan a los alumnos a masturbar a sus compañeros” “Euskadi se separa” “en Iraq hay armas de destrucción masiva, los españoles pueden creerme” y demás marcianadas como si fueran “zombies” descerebrados, pidiendo cadenas perpetuas y penas de muerte como si eso les pudiera proteger del miedo que tienen a todo. Y así les va, elección tras elección. Están dejando a su país sin una oposición viable al gobierno y eso es nefasto.

Miedo, en fin. Miedo al inmigrante, a los derechos de la minorías, que parecen desasosegarles, a los homosexuales adoptando, a los vascos hablando euskera, a los ciudadanos votando a la izquierda. Miedo a las opiniones contrarias, a los magistrados “traidores”, a las leyes contra el maltrato. Y sobretodo miedo ante la posibilidad de que los problemas puedan arreglarse sin ellos, a que tengan que pasar más años viendo como gobiernan los vencidos.

Han substituido lo del contubernio judeo-masónico en lo social y comunista en lo político por esa retahíla de barbaridades tan exóticas como eran las que pronunciaba Franco, pero viven, como los franquistas vivían, siempre asustados, añorando al Cid, sobresaltándose por un anuncio del Ikea, por un rótulo comercial de Barcelona, por un chiste de Beatriz Montáñez, por una bandera descolgada de un balcón municipal en cualquier rincón rural de Catalunya, por una luna rota en una comisaría de Madrid o por cualquier otra ocurrencia de ese delincuente (el primero en reírse de ellos) que vomita sus frustraciones, delirios y complejos de inferioridad por las mañanas y que les provoca un profundo síndrome de Diógenes intelectual.

Indigentes ideológicos asustados ante la libertad. ¿Esa es la oposición que se merece su país? ¿Serán capaces de imaginarse cómo les recordará la historia? Vergüenza eterna para esa derecha y su miedo.

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