domingo, 11 de enero de 2009
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Antes de que oscurezca hay que recoger la última cabra, atrancar las puertas y apostar un centinela en cada atalaya para dar las horas. Dicen que los bárbaros merodean por los alrededores durante toda la noche, resueltos a asesinar y saquear. Los niños ven en sueños cómo se abren las contraventanas y cómo los rostros feroces de los bárbaros les dirigen miradas aviesas. “¡Han llegado los bárbaros!”, gritan los niños, y no hay quien los tranquilice.(J.M.Coetzee. Waiting for the Barbarians)
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